La gran mentira sobre la inspiración

La inspiración es una de esas cosas que más nos angustia. Nunca sabemos cuándo va a llegar. A veces, incluso, pensamos que se ha ido para siempre y gritamos en silencio:

¿Dónde está mi inspiración?

Miramos alrededor y no la encontramos. Pero, al mismo tiempo, vemos a otros con la mente en pleno funcionamiento. ¿Cómo lo hacen? ¿Cómo se inspiran?

¿Por qué los demás sí tienen inspiración?

La respuesta es más simple de lo que parece:

La inspiración no siempre aparece sola. A veces hay que salir a buscarla.

O, como nos decían de pequeños: el que algo quiere, algo le cuesta.

Si necesitas inspiración para esa gran idea que hará despegar tu proyecto, no te quedes en la parada del autobús mirando cómo pasan los coches. Súbete a uno y disfruta del viaje.

Vamos, que hay que currárselo.
La inspiración que aparece de la nada es algo raro. Es como si te tocara la lotería. A veces pasa —a un amigo de tu primo le pasó una vez— y cuando entrevistan a algún artista que quiere sonar interesante, dice que la inspiración le vino mientras dormía.

Pero si tú quieres inspirarte, no te duermas. Al contrario:

Mantén los ojos abiertos.

¿Nunca has oído eso de que la suerte hay que buscarla?

Pues con la inspiración pasa algo parecido. Hay gente que parece tener más facilidad para inspirarse, pero probablemente también saben cómo provocarla.

¿Cómo se busca la inspiración?

A muchas personas les funciona trabajar bajo presión. Tener una fecha límite cerca les obliga a concentrarse y sacar lo mejor de sí.

Eso sí, no siempre es una buena idea. Dejar todo para última hora tiene su riesgo. Puede salirte bien… o muy mal.

En realidad, quienes se dedican a crear están siempre buscando inspiración.
No importa si hay un proyecto en marcha o no. No esperan a que algo lo justifique. Tienen los ojos abiertos constantemente (no es que me repita: quiero insistir).

Porque cualquier cosa puede ser la chispa. Una conversación, una imagen, un recuerdo, un error.
Y si no sabes dónde mirar, puedes empezar por lugares comunes: libros, pelis, paseos, música, museos, problemas reales. La clave no es el dónde, sino el cómo miras.

imagina inspiración

¿Pero no hay un método fijo para encontrar la inspiración?

No. No lo hay.
Si lo hubiera, lo usaríamos todos y nadie se preguntaría cómo encontrarla o por qué no aparece cuando se la necesita.

Lo mejor que puedes hacer es mantener la mente abierta.
Aunque no haya un camino recto hacia la inspiración, eso no significa que sea inalcanzable.

¿Conoces esa frase clásica que dice que la inspiración te tiene que pillar trabajando?
Pues eso.
Yo no puedo decirte qué camino debes seguir, pero sí te aseguro que necesitas moverte.

La inspiración es una. Las ideas, infinitas.
Y lo más emocionante es que cada camino es impredecible. Igual que las ideas que pueden surgir al recorrerlo.

Entonces, ¿cuál es la gran mentira sobre la inspiración?

La gran mentira es esa idea de que sin inspiración no puedes trabajar.
Y no, no es verdad.

Buscar la inspiración es un trabajo en sí mismo.
Puede que sea el trabajo principal de quien crea.

Pregúntale al compañero de tu primo, ese al que supuestamente le vino la inspiración sin buscarla, si eso le pasa a menudo. Te dirá que no.
Y si rascas un poco más, quizá descubras que tampoco fue tan cierto aquello que escribió en su blog, presumiendo de inspiración divina (dicen que le vino de Morfeo, para completar el mito).

Así que, volviendo a la comparación inicial, la inspiración espontánea es como ganar la lotería: te puede tocar… una vez entre un millón.
Pero cuanto más juegues, más posibilidades tienes.

Y cuando lo haces a menudo, dejas de llamarla divina.
La reconoces como lo que es: el resultado de tu trabajo.


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