El mundo de los blogs está en alza desde hace unos años y, por lo que parece, no va a decaer en los próximos. Cada vez más gente y más empresas abren sus propios blogs y esto hace que la cantidad de contenidos para leer sea prácticamente inabarcable.
Es cierto que las ventajas de tener un blog de empresa o profesional son muchas. Te dan a conocer, aportan información, ayudan al posicionamiento, etc. Pero llega un momento en el que determinadas estrategias acaban por ser inocuas o, en el peor de los casos, hasta perjudiciales.
Para que un blog aporte valor, no vale cualquier cosa. Es decir, escribir y publicar contenidos de manera masiva no es tan eficaz. Puede que hace unos años sí lo fuera, o lo fuera más que ahora. Pero, actualmente, la calidad se ha impuesto a la cantidad.
Lo de slow y fast es algo que ya llevamos oyendo mucho tiempo en otros sectores. Uno de los más populares es el de la comida. Esto de la comida rápida, a la que se enfrenta ahora la llamada slow food, es un ejemplo que puede resultar muy útil para entender lo que quiero exponer.
La comida rápida es algo que sirve para alimentarse y sentirse saciado de un modo veloz, sin atender a mayores consecuencias que las inmediatas. Es decir, resultado instantáneo y a poco coste. En cambio, la comida lenta, o slow food, aunque sea más costosa en términos de tiempo y dinero, resulta mucho más favorable a largo plazo.
Aquí podríamos decir que la tendencia se puede ver empujada por el todopoderoso Google. Se dice, se comenta, se defiende que los contenidos más elaborados y con mayor cantidad de palabras posicionan mejor desde hace un tiempo.
Hace años, lo normal era escribir artículos a partir de 300 palabras o, como mucho, 500. Esta cifra fue subiendo y los blogueros comenzaron a escribir textos más largos, de unas 800 palabras. Actualmente, la tendencia es de crear artículos de, como mínimo, 1000 palabras, aunque mucha gente ya elabora temas de muchas más, incluso el doble.
Pero escribir por escribir no es la solución para librar esta exigencia. Si se aborda un tema breve que no tiene chicha, no merece la pena ni conviene alargarlo artificialmente.
Lo importante es aportar valor y dar una información útil al lector. Con esto, uno consigue diferenciarse de todo aquel que solo publica contenidos facilones, superficiales y que, en el fondo, solo busca aumentar el número de clics en su página.
Ojo, que los clics son importantes, no vamos a decir que no. Pero muchos clics rápidos y que apenas retengan no valen nada en comparación con esos clics que enganchan al lector durante un tiempo, que crean fidelidad y que, además, provocan interacción y difusión.
Entre mis clientes, he de decir que he tenido –y sigo teniendo– de todo. Hay gente que continúa optando por contenidos breves, que aporten alguna nota informativa o curiosa de un modo bastante frecuente, mientras que otros, cada vez más, se van alejando de ese SEO que solo busca repeticiones de palabras clave en favor de textos bien documentados, ilustrativos y únicos.
Todas las estrategias son defendibles de algún modo y sé que hay gente que tiene bien estudiado su modus operandi. Hay blogs y páginas muy buenas que siguen dedicándose a los contenidos de consumo rápido y a las que les va muy bien así. Pero esto tiene su trampa. La gente que lo consigue es porque ha realizado un buen plan de contenidos y tiene una visión a largo plazo. La flauta puede sonar una vez, pero es complicado que consiga encadenar muchas notas afinadas soplando al azar.
A pesar de los múltiples beneficios que aporta el slow content, todavía hay mucha gente a la que le cuesta apuntarse a este carro. Es lógico; crear artículos con gran valor supone mucho más esfuerzo, tiempo y dinero, y no todos están por la labor de invertir.
El problema es, como sucede en muchas estrategias vitales, el cortoplacismo. Apostar por este tipo de contenidos es apostar por los resultados a medio y largo plazo. Lo interesante para cualquier blog no es tener muchas visitas que apenas pasen tiempo en la página y olviden a los dos minutos lo que han leído.
Si quieres que tu blog le dé resultados de verdad a tu negocio, tienes que conectar con tu audiencia. Da igual que los números no sean tan grandes. Lo que importa es que los lectores sean los adecuados. Esos lectores que son clientes potenciales, que comparten tus intereses y que van a ayudarte a crecer, de modo directo e indirecto.
Para concluir y tratar de convencerte, lector mío, de que tu blog tiene que ir encaminado al slow content, te voy a resumir los beneficios más importantes de aportar contenidos más trabajados y profundos.
El primero de ellos es que aportarás una información mucho más completa a todos aquellos interesados en los temas que estás tratando. Esto hace que tus lectores se sientan satisfechos con lo que les aportas y, como ya sabes, la satisfacción produce felicidad, confianza, retorno…
Confianza y retorno son dos valores muy apreciados para las marcas, y pueden suponer el éxito o el fracaso de sus proyectos. Así que, si los contenidos de tu blog te ayudan a conseguir que la gente se fíe de tu nombre y que vuelva a recurrir a ti frecuentemente, tienes un motivo para prestarles más dedicación.
En términos de posicionamiento, los contenidos más largos van a posicionar mejor. Google premia los textos mejor elaborados y estructurados, y éstos también te permiten jugar más con las palabras clave, con las long tail, etc. Y sí, cuanto mejor posicione tu blog, más posibilidades hay de que la gente te conozca y descubra todo lo que tienes que ofrecer.
Al final, todo es como la pescadilla que se muerde la cola. Los mejores resultados en las búsquedas es probable que traigan más visitas y más conversiones. Y éstas, a la larga, también ayudan a mantener esos buenos posicionamientos en los buscadores. De ahí que cada vez más gente se preocupe en aplicar una estrategia de slow content.
Eso sí, el hecho de que pensemos que los posts más largos sean mejores que los cortos no quiere decir que siempre haya que escribir más de 1000 palabras. Hay temas sobre los que no se puede rascar tanta longitud y otros que no merecen la pena. En esto de escribir para internet, nunca hay reglas absolutas, y lo mejor es ser flexible y adaptarse a cada situación.