Un cuaderno de notas es algo que puede sonar antiguo, y la pregunta que te hago en el título de este post tal vez te suene un poco desafiante.
Hay cosas que hace años podían parecernos imprescindibles y que, ahora, ya no usamos nunca. Un ejemplo clásico son los relojes. Antes eran un objeto de verdadera utilidad y ahora se utilizan como un complemento de moda, porque la gente mira la hora en el móvil.
Lo mismo puede pasar con los cuadernos de notas. Antes, mucha gente los utilizaba en su día a día y cuando ahora vemos que alguien saca uno parece que está fuera de tiempo, anticuado, como si para mirar la hora usaran un reloj de bolsillo –algo aún mucho más alejado de nuestra época que los de pulsera–.
En el día a día, son muchas las cosas que te pasan, que se te ocurren y que tienes que hacer. Para éstas, lo más habitual es una agenda o las aplicaciones para el móvil o el ordenador.
Pero para esas cosas que se te ocurren de repente, que pueden ser ideas geniales o ideas que no merecen más que cinco minutos de desarrollo, necesitas un soporte físico. No me negarás que muchas veces te fías de tu memoria y luego la idea desaparece. Y tampoco me negarás que, cuando esto ocurre, la sensación es la de haber perdido la idea de tu vida.
Ahora me dirás que, al igual que con el reloj o la agenda, también puedes apuntar esas ideas en el teléfono móvil; para eso están las aplicaciones del bloc de notas, y similares. Pero no es lo mismo.
Al principio, pensaba que era una manía personal, como la de leer libros en papel. Pero luego he comprobado, con otros amigos y compañeros, que ellos también hacían lo mismo. Escribir a mano ayuda a asentar las ideas y, sobre todo, le confiere un estatus distinto. Al final, en el móvil vamos acumulando un montón de cosas y, aunque las tengamos guardadas en la nube, pueden acabar perdidas entre tantos archivos.
No hace falta que sea un cuaderno de notas. Puede ser solamente un boli –en caso de urgencia puedes recurrir a una servilleta de una cafetería o escribirlo en la mano–. Pero tienes que darle a esa idea que se te ha ocurrido la importancia que se merece y dedicarle unos segundos para plasmarla sobre papel. Así, es mucho más difícil que se te olvide.
Uno de los mejores profesores que he tenido en la vida tenía una costumbre poco habitual. Él siempre preguntaba en los exámenes lo que consideraba que era realmente esencial. Y, además, dejaba copiar libremente. ¿Por qué? Porque decía que lo que se copiaba no se olvidaba. Y no le faltaba razón.
Ahora, tal vez me digas que llevar un cuaderno es algo incómodo y que los papelitos sueltos se acaban perdiendo. Todo es cuestión de un poco de orden y de disciplina. Lo que yo hago cuando no quiero llevar el cuaderno de notas encima es guardar los papeles con las anotaciones en la cartera y, al llegar a casa, pasarlos a limpio en el cuaderno donde tengo todas las ocurrencias apuntadas. Esto a mí me funciona, pero si tampoco usas cartera puedes buscar otro método.
Cuando estás en tu mesa de trabajo, aunque no estés precisamente trabajando, siempre tienes algo para apuntar. Y seguro que prefieres tener un cuaderno antes que hojas sueltas. En ese cuaderno, seguro que anotas un montón de cosas, algunas a modo de recordatorio y otras más informativas. Pero seguro que, ahí sentado, no piensas que tu memoria puede con todo. Haz lo mismo cuando no estás en casa. Si el método de escribir te sirve en la mesa, también te puede servir en el metro. No descartes las cosas que funcionan simplemente por cambiar de escenario.